La Municipalidad de Villa Gesell, como buen camaleón político, se adapta a los tiempos que corren. Con la coparticipación más flaca que billetera de fin de mes y la recaudación por el piso, Gustavo Barrera sale con una movida que huele a “emergencia económica”. Pero, ¿es un recorte de verdad o puro humo para la foto? Agárrate, que la cosa viene con achique de planta política y una invitación a los concejales para que se ajusten ellos también. Ver para creer.
Desde el corazón de la avenida 3 número 820, la cocina del poder geselino, se cocina un paquete de medidas bajo el paraguas de la ya declarada Emergencia Económica. Según pudo averiguar este cronista, la jugada principal de Barrera es la reestructuración de su gabinete, enfocándose en la reducción de planta política. Esto, en criollo, significa dejar vacantes varios sillones calientes: secretarías, direcciones y subdirecciones. La excusa oficial es la necesidad de “no afectar los servicios que presta [el municipio] y tampoco los salarios de los trabajadores” en un contexto de caída de coparticipación y recaudación.
Dicen que “aún no está definida la cantidad”, pero que se achicarán “al mínimo” y que no se descartan “fusiones de áreas”. ¿Será que van a pasar de tener tres directores para manejar el tacho de basura a uno solo? “Claro, como si el problema fuera la cantidad y no la calidad”, pensará el vecino de a pie, que ve cómo el pasto crece en las plazas y los baches se multiplican. La promesa oficial es que estas medidas de reducción de planta política no afectarán “los servicios que presta ni los salarios de los trabajadores”.
Un dato no menor y que genera escozor entre los más cínicos: el intendente también invitará a los concejales a congelar sus dietas. ¡Ahí es donde el chancho tuerce el rabo! Veremos si los ediles, que tan rápido levantan la mano para aumentar tasas e impuestos, son igual de rápidos para bajarse el sueldo o si esta invitación quedará en un mero gesto para la tribuna. La historia reciente nos ha enseñado que el compromiso de la clase política con el ajuste rara vez llega a sus propios bolsillos. ¿Se viene el efecto dominó o cada uno mira su quintal? Además de esta reducción de planta política, el paquete de medidas incluirá dar de baja contratos de locación y mayores controles en las secretarías, buscando una supuesta eficiencia que muchos esperan, pero pocos confían en ver.
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La narrativa oficial habla de una “situación económica que atraviesa el municipio a raíz de la caída de la coparticipación y la recaudación”. Una frase que suena a disco rayado en cada gestión que necesita justificar un ajuste. Es cierto que el contexto nacional aprieta, con menos fondos que llegan de Nación y Provincia, lo que impacta directamente en las arcas municipales. Sin embargo, la pregunta persiste: ¿cuánto de esto es una verdadera emergencia y cuánto una jugada de ajedrez político para quedar bien con la tribuna en tiempos de vacas flacas y mostrarse como un gestor “austero”?
Porque seamos sinceros, la “planta política” siempre ha sido un comodín para acomodar a la militancia, a los amigos del poder o a los que necesitan un “paraguas” en el organigrama. Reducirla ahora, cuando el barco hace agua, puede ser una forma elegante de desprenderse de lastre sin que parezca un despido masivo. Esta reducción de planta política podría, en el fondo, servir para reordenar fuerzas y quitarse de encima a aquellos que ya no son funcionales a los nuevos tiempos políticos, o incluso a los que venían cobrando sin una función clara y visible.
Barrera ya declaró la Emergencia Económica hace más de un mes. Ahora, con este “paquete de medidas” centrado en la reducción de planta política, busca mostrar proactividad y responsabilidad fiscal frente a la ciudadanía y, quizás, ante las autoridades provinciales. Pero la pregunta del millón es: ¿este recorte será significativo o apenas un rasguño en el gasto municipal? ¿Terminará el vecino de Villa Gesell viendo una mejora real en los servicios básicos, como el estado de las calles o la recolección de residuos, o simplemente una nueva tanda de funcionarios “reacomodados” en otras áreas o esperando en boxes? La experiencia indica que los “ajustes” suelen impactar más en el personal de base que en las cúpulas.
La efectividad de esta medida se medirá en el bolsillo de los contribuyentes y en la calidad de vida de los geselinos. Si la reducción de planta política realmente libera fondos para mejorar los servicios o invertir en infraestructura, entonces la jugada habrá valido la pena. De lo contrario, será una excusa más para justificar la inacción y la falta de recursos, mientras la burocracia sigue devorando el presupuesto. Es momento de que los números hablen más fuerte que los discursos.
El futuro dirá si Barrera realmente aprieta el cinturón o si esto es solo un show más de la política local. ¿Vos le crees al “ajuste” y a la reducción de planta política, o ya estás contando cuántos cargos desaparecerán de verdad y cuántos simplemente cambiarán de nombre?
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