Cada vida que se pierde así es una alarma. No una estadística. Una historia interrumpida. Un grito que nadie escuchó a tiempo. Desde Ensobrados abrazamos a las familias en este momento tan doloroso y exigimos que el Estado deje de mirar para otro lado. Porque cuando se suicida un adolescente, el silencio adulto también tiene responsabilidad.
por Redacción Ensobrados
La comunidad de Pinamar está atravesando un momento de profundo dolor. Este jueves se confirmó un nuevo caso de suicidio adolescente en el partido costero, lo que eleva a cuatro los jóvenes fallecidos por esta causa en menos de treinta días.
Según informaron medios locales, el trágico hecho ocurrió en la ciudad de Pinamar y aún se mantiene reserva oficial sobre la identidad del menor y las circunstancias particulares del caso, en resguardo de la familia.
Lo que sí es un dato innegable es el alarma social que comienza a encenderse con fuerza: cuatro muertes jóvenes en menos de un mes no pueden explicarse como hechos aislados. Hay una línea invisible, un hilo que une estos casos, y que está directamente relacionado con el abandono emocional, la presión social, la falta de espacios de contención y un sistema de salud mental completamente desbordado.
Los otros tres casos recientes también ocurrieron en el distrito y fueron reportados en medios locales y redes sociales por vecinos conmocionados. En todos ellos, se trató de chicos menores de 18 años.
Hasta el momento, no hay comunicación oficial conjunta por parte del Municipio de Pinamar ni del área de Salud o Educación, algo que empieza a generar malestar entre padres, docentes y organizaciones que trabajan con jóvenes.
¿Qué está haciendo el Estado? ¿Dónde están los dispositivos de atención temprana? ¿Se activaron los gabinetes escolares? ¿Hubo intervención del área de salud mental o ni siquiera llegamos a tiempo?
Hablar de suicidio no es fácil. Pero callarlo es mucho peor. No se trata de mostrar detalles morbosos ni de invadir el dolor de una familia. Se trata de advertir que algo grave está pasando. Que los pibes no se están suicidando por casualidad. Se están suicidando porque el mundo que los rodea los está expulsando, y no encuentran redes reales donde apoyarse.
Por eso es urgente que se activen políticas públicas concretas, campañas de prevención, escucha activa en las escuelas, acceso real a psicólogos y psiquiatras, y contención para las familias.
Si vos o alguien que conocés está atravesando una situación de angustia, tristeza profunda o pensamientos suicidas, no estás solo. Hay líneas de asistencia gratuita y confidencial:
Línea 135 (desde CABA y GBA)
0800 345 1435 (desde todo el país)
También podés acudir al hospital o centro de salud más cercano.
Cada vida que se pierde así es una alarma. No una estadística. Una historia interrumpida. Un grito que nadie escuchó a tiempo.
Desde Ensobrados abrazamos a las familias en este momento tan doloroso y exigimos que el Estado deje de mirar para otro lado.
Porque cuando se suicida un adolescente, el silencio adulto también tiene responsabilidad.