La embajada rusa desmintió las denuncias del Gobierno argentino sobre un supuesto espionaje ruso detrás de los audios filtrados de Karina Milei. Moscú calificó las acusaciones de infundadas y exigió pruebas, mientras crece la tensión diplomática a días de celebrar 140 años de relaciones bilaterales.
El escándalo por los audios filtrados de Karina Milei, secretaria general de la Presidencia y hermana del mandatario, escaló a nivel internacional. La Embajada de Rusia en Buenos Aires emitió un comunicado con munición gruesa contra el Gobierno argentino, luego de que la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, vinculara la filtración con “servicios de inteligencia rusos y venezolanos”.
La denuncia oficial, presentada sin pruebas concretas, encendió alarmas diplomáticas y desató un cruce que amenaza con opacar los festejos por el 140° aniversario de las relaciones diplomáticas ruso-argentinas, previstos para octubre.
Bullrich aseguró que la investigación de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) habría detectado movimientos de agentes extranjeros relacionados con las grabaciones ilegales dentro de Casa Rosada. Según la ministra, estos espías estarían actuando para desestabilizar al Gobierno.
Pero desde la delegación rusa, que encabeza Dmitry Feoktistov, la respuesta fue fulminante:
“Lamentamos observar que, en el contexto de otro escándalo político interno, nuestro país vuelve a ser mencionado de forma negativa. Rechazamos categóricamente estas acusaciones, considerándolas infundadas y falsas. El deseo de ver espías rusos en cada esquina es irracional y destructivo.”
El comunicado agregó que “no se han presentado pruebas” que respalden las afirmaciones y recordó que Rusia busca mantener una cooperación “respetuosa y mutuamente beneficiosa” con la Argentina.
La acusación de Bullrich llega en un momento delicado: el Gobierno enfrenta cuestionamientos por la falta de control interno en Casa Rosada y por la naturaleza comprometedora de los audios filtrados, que involucran conversaciones sensibles de la hermana del Presidente.
La estrategia oficial parece clara: si el incendio viene de adentro, hay que culpar a los de afuera. Pero la maniobra no pasó inadvertida. La embajada rusa subrayó que el país “no participa ni participará” en operaciones que busquen desestabilizar a la administración Milei, y calificó las versiones como “una historia de espionaje ficticia”.
“En octubre deseamos celebrar juntos el 140° aniversario de nuestras relaciones diplomáticas, no bajo la influencia de un relato conspirativo”, concluyó la nota rusa.
Expertos en inteligencia consultados por Ensobrados advierten que la hipótesis de una red extranjera infiltrada suena más a libreto político que a realidad operativa. La SIDE, debilitada por internas y recortes presupuestarios, difícilmente podría presentar un informe sólido en tan poco tiempo.
Mientras tanto, la filtración expone grietas dentro del propio oficialismo: si grabaron a Karina Milei dentro de la Casa Rosada, ¿quién tuvo acceso, quién permitió que ocurriera y por qué? El fantasma del espionaje interno vuelve a sobrevolar Balcarce 50, y la acusación contra Rusia luce más como un intento de desviar la atención que como una pista concreta.
Cada vez que el Gobierno denuncia “operaciones internacionales”, la trama suena menos a película de espías y más a comedia local mal guionada. Ni pruebas, ni responsables claros, ni medidas de seguridad reforzadas: solo acusaciones al aire y titulares que duran un par de días.
Rusia, por su parte, optó por bajar el tono con diplomacia, pero no dejó pasar la oportunidad de marcarle la cancha a Buenos Aires. El mensaje fue claro: no usen a Moscú como chivo expiatorio de sus propios líos internos.
Con esta escalada, el acto protocolar de octubre —que debía ser una postal de cooperación bilateral— ahora corre el riesgo de transformarse en un incómodo cruce diplomático.
— Dante Villegas, desde el sótano de Ensobrados, donde las embajadas contestan y la SIDE sigue sin dar la cara.