
El secretario de Trabajo, Julio Cordero, defendió el nuevo Presupuesto 2026 con una frase digna de manual libertario: “tenemos que lograr que la Argentina pueda producir y trabajar”.
Sí, suena lindo. Pero en la práctica, el “equilibrio fiscal” viene con un costo: menos Estado, menos derechos y más fe en un “sector privado enorme” que, por ahora, solo crece en tarifas y ganancias.
Porque claro, según esta nueva teología económica, el Estado molesta, los trabajadores deben “capacitarse” (otra vez) y el “mercado” es el que nos va a salvar.
Cordero aseguró ante la Comisión de Presupuesto y Hacienda que el objetivo es “darle al Estado las funciones que son irreemplazables” y dejarle al sector privado el resto.
Traducido: menos intervención, menos gasto y más precarización con coaching motivacional.
La postal es conocida: funcionarios que hablan de “dignidad del trabajo” mientras ajustan los programas laborales y recortan lo poco que queda del empleo público.
El “Volver al Trabajo”, la nueva joya de Capital Humano, promete “entrenamiento” y “dinámica en el tiempo”. O sea: pasantías eternas con sueldos invisibles.
El funcionario anunció también la creación de un Centro de Formación para Oficios con financiamiento público-privado.
Un sueño húmedo para las empresas: usar plata del Estado para formar empleados baratos.
“Es la participación de toda la sociedad en algo tan importante como la dignidad del trabajo”, dijo Cordero.
Sí, la sociedad participa. Pagando el costo, claro.
Entre mantras de “austeridad” y “eficiencia”, Cordero repitió que el equilibrio fiscal es fundamental.
El problema: equilibrio fiscal para ellos, desequilibrio vital para los demás.
Mientras tanto, la plata del Presupuesto 2026 se orienta a lo de siempre: deuda, seguridad, y marketing político con olor a ajuste.
Y cuando le preguntaron por la reforma laboral, el secretario fue directo: “apunta a que el trabajo sea formal”.
Curioso: las reformas laborales en Argentina casi siempre terminaron haciendo más fácil despedir que contratar.
“Tenemos que lograr que la Argentina pueda producir y trabajar”, repitió Cordero.
Suena a frase de campaña, pero esconde el truco: producir sin política industrial, y trabajar sin derechos.
Porque si el Estado se retira, ¿quién garantiza la dignidad laboral que tanto nombran?
El mismo mercado que hoy paga sueldos en cuotas y se financia con subsidios.
En resumen, el nuevo Presupuesto 2026 pinta así: el Estado se achica, el mercado se agranda, y el trabajador… se adapta.
Cordero habla de “dignidad”, pero lo que asoma detrás es un modelo donde la dignidad se terceriza y el empleo se precariza.
Argentina puede producir y trabajar, sí.
Pero no alcanza con repetirlo como un mantra en PowerPoint: hace falta que el trabajo valga la pena y no solo sirva para sostener un relato de Excel.
✍️ Dante Villegas, desde el Congreso, donde el “equilibrio fiscal” se vende como milagro económico… pero sin devolución garantizada.