Mientras el gobierno de Javier Milei ejecuta despidos en el ramal ferroviario General Guido – General Conesa – Pinamar, el diputado nacional y exintendente del PRO, Martín Yeza, guarda un silencio atronador ante la desesperación de medio centenar de familias de su distrito.
Este jueves más de 50 trabajadores de Trenes Argentinos recibieron el telegrama de despido. El motivo: la interrupción del servicio desde abril por el pésimo estado de las vías y puentes, un deterioro que el gobierno nacional decidió no reparar.
El abandono fue deliberado. Las formaciones no se detuvieron por accidente. La falta de mantenimiento, inversión y voluntad política terminaron de dinamitar un servicio que conectaba zonas olvidadas de la provincia, pero con un enorme valor social y turístico.
Este ramal, recuperado en 2021 después de años de lucha, fue uno de los pocos gestos de federalismo real en materia de transporte. Hoy, ese tren dejó de circular, y las familias que dependían de él quedaron a la intemperie.
Desde el Ministerio de Transporte de la provincia, Martín Marinucci informó que están “a disposición”, pero sin control sobre la operatoria nacional ni recursos concretos. La motosierra de Milei se aplica desde Nación, y a las provincias sólo les queda pararse frente al derrumbe con las manos vacías.
Mientras Axel Kicillof repite que la motosierra “no ingresará” a la provincia, los despidos ya se sienten en el conurbano, en el interior, y ahora, en la Costa Atlántica. El propio Máximo Kirchner lo anticipó: la motosierra entró por la puerta de servicio y está destruyendo vidas, barrio por barrio.
Los despedidos no son ñoquis ni militantes. Son maquinistas, auxiliares, técnicos, administrativos. Son padres y madres de familia. Algunos tenían más de 15 años de trabajo. Y ahora ni siquiera saben cómo comprar los útiles escolares para sus hijos.
La gran incógnita de Pinamar no es solo qué va a pasar con el tren. Es dónde está Yeza, el diputado nacional del PRO, exintendente de la ciudad, y hoy ferviente aliado del gobierno libertario.
Desde que comenzaron los rumores de recortes en Trenes Argentinos, Yeza no emitió una sola declaración. No se presentó a hablar con los despedidos. No apareció por la estación. No envió ni un tuit.
El silencio no es distracción. Es decisión política.
“No se hace cargo de nada. Claro, él va en su auto de alta gama, escuchando podcast y música de elite, mientras nosotros no tenemos con qué darle de comer a nuestros hijos”, dijo uno de los trabajadores echados, con una mezcla de furia y tristeza.
Yeza milita el ajuste con convicción, pero cuando la motosierra corta en su propio patio, se borra del mapa.
En plena crisis económica, con salarios congelados, inflación real del 70% acumulada en cinco meses, y familias con lo justo para vivir, que un diputado se calle ante 50 despidos en su distrito es un acto de cobardía política.
No hay excusas, no hay herencias, no hay relato que tape el abandono.
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