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Nepotismo Mujeres La Costa: ¿Linchamiento o Transparencia?

Cuando la política es un asunto de familia en La Costa

👩‍⚖️ ¿Nepotismo mujeres la costa o linchamiento moral? El problema no es la hija asesora, es a quién le molesta

Martina Ríos te cuenta la otra parte.

Pasa algo cada vez más seguido en la política argentina: alguien designa a un pariente, salta la noticia, se grita “¡nepotismo!”, y el escándalo ya está servido con delivery de indignación. Esta vez las protagonistas son dos concejalas de La Costa, Evangelina Cordone y Mónica Correa, ambas de Juntos por el Cambio, que nombraron como asesoras a sus hijas. Y entonces, como si fuera una nueva inquisición moral, aparece La Libertad Avanza con antorchas en mano y la palabra “casta” pegada en la frente.

Pero pará un segundo. Vamos a frenar el linchamiento automático y mirar esto con más bisturí que espuma. Porque no todo lo que parece “corrupción” lo es, y no todo lo que grita “ética” lo hace desde un pedestal limpio.

El doble estándar libertario: ¿Nepotismo o marketing?

Sí, las concejalas nombraron a sus hijas. ¿Y? ¿Hay alguna ley que lo prohíba? No. ¿Se violó algún reglamento interno? Tampoco. Entonces, el “escándalo” no es legal, es estético. Molesta más el parentesco que la función. Y eso es un problema, porque mientras tanto hay asesores que no son hijos de nadie y no saben redactar ni un despacho, pero como no llevan el mismo apellido que un concejal, pasan de largo.

Y ojo con los libertarios, que se rasgan las vestiduras mientras nombran a amigotes en ANSES o meten familiares en planta del Congreso con contratos truchos. Porque la transparencia no se predica, se demuestra, y hasta ahora el dedito acusador solo apunta para afuera.

El purismo moral siempre apunta a las mujeres

¿Querés hablar de “herencias políticas”? Hablemos de cargos heredados en todos los partidos. Hablemos de los De Narváez, los Massa, los Moyano, los Alfonsín. Pero curiosamente, el escándalo estalla cuando son dos concejalas mujeres que designan a sus hijas. Y no es casual.

El patriarcado también administra la indignación. Porque cuando el varón pone a su primo como asesor nadie grita “casta”. Pero si una mujer le da laburo a su hija, entonces es “clientelismo”, “nepotismo”, “corrupción”. ¿Dónde está el equilibrio ahí?

¿El problema es el apellido o la gestión?

¿Las asesoras laburan? ¿Contribuyen? ¿Están presentes? ¿O es sólo un contrato fantasma? Esa es la discusión de fondo. No el parentesco, sino la productividad. Si Melina Moya Cordone trabaja a distancia desde Mar del Plata y entrega informes, asiste a sesiones y aporta, ¿qué diferencia hay con un asesor que vive en San Bernardo pero no aparece nunca?

Si vamos a exigir transparencia, hagámoslo con datos, no con prejuicios. Revisemos el trabajo, no el árbol genealógico. Porque si la vara moral depende del apellido, entonces estamos en problemas.

¿Hacerse los puros? Eso también es casta

Los que hoy se rasgan las vestiduras por dos asesoras designadas a dedo se olvidan de lo esencial: el Concejo Deliberante está lleno de ñoquis, acomodados y operadores políticos. Y no sólo por parentesco: por favores de campaña, por alianzas entre bloques, por reparto de sueldos. Pero eso no se dice. ¿Por qué? Porque eso es parte del negocio que todos entienden y nadie denuncia.

Entonces, ¿cuál es la diferencia entre meter a tu hija o meter al cuñado de tu puntero? ¿La sangre? ¿O que no se note tanto?


En resumen: no defiendo el nepotismo, pero tampoco compro el show de la moral selectiva. Si vamos a hablar de casta, hablemos en serio. Con nombre, apellido y coherencia. Porque si lo único que molesta es que la asesora se apellide igual que la concejala, entonces no estamos combatiendo privilegios: estamos haciendo teatro.

Ya te informaste la mitad, ahora te falta la otra campana Dante Villegas te cuenta:

Cuando la política es un asunto de familia en La Costa

 

Martina Ríos te cuenta la otra parte.

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