Mar de Ajó, epicentro narco de un hotel costero a seis allanamientos ensobrados.mp4
Javier Milei, rodeado de ministros con prontuario más largo que la fila del ANSES un lunes, decidió desempolvar su reforma del Código Penal. Y claro, no lo hizo en cualquier lado: eligió el Penal de Ezeiza como escenografía, porque nada dice más “show electoral” que sacarse fotos con barrotes de fondo. A su lado, Patricia Bullrich asentía como si estuviera viendo un revival de “Mujeres Asesinas”.
El discurso fue un festival de contradicciones: habló de “terminar con los piquetes”, “combatir al narcotráfico” y “bajar homicidios”. Todo mientras entre el público estaba José Luis Espert, su candidato estrella en Provincia, señalado por vínculos con el narco “Fred” Machado. Sí, el mismo que financió campañas y hasta compartió abogados con funcionarios libertarios. Un manual de autoayuda para hipócritas.
Milei repite su eslogan como si fuera un mantra, pero la realidad es otra. Su entorno está acusado de criptoestafas ($Libra), coimas en la ANDIS y favores legales a narcos de renombre. El problema no es la ley, sino que los que la escriben deberían estar cumpliéndola.
Mientras tanto, el proyecto endurece penas, elimina beneficios y baja la edad de imputabilidad a 13 años. O sea: la vara más alta para los pibes pobres, y la impunidad total para los amigos del poder.
El supuesto fin de los piquetes es un chiste cruel: las luchas obreras siguen creciendo, y los comedores populares —que frenaban el avance narco en barrios humildes— fueron vaciados por decisión oficial. Resultado: hambre y terreno libre para que los narcos recluten pibes. Pero claro, para Milei el problema no es eso, sino que “la justicia sea lenta”.
El proyecto también mete mano en el sistema judicial: con el esquema acusatorio, los fiscales quedarán bajo la órbita del Ejecutivo. Traducción: Milei podrá perseguir a discreción a piqueteros, sindicalistas y opositores, mientras se garantiza que sus causas por estafas y coimas duerman el sueño eterno. “Libertad”, pero solo para el clan Milei.
El gobierno de Milei, entre narcos, estafadores y operadores, quiere vender “tolerancia cero” como receta mágica. Pero lo único que tolera es su propia corrupción. Si alguien merece un lugar en Ezeiza, son ellos mismos, no los pibes de 13 años que van a terminar siendo carne de cañón de un sistema cada vez más podrido.
Dante Villegas, desde Ezeiza, donde los barrotes son de utilería y la justicia es un acting peor que las novelas de la tarde.