El verso libertario ya no se lo fuma ni la arena de La Bristol. Mientras Milei juega al influencer con drones y perros imaginarios, en Mar del Plata se pudrió todo: los mercantiles se hartaron del jueguito liberal y salieron a decirlo sin filtro. La paritaria de Comercio —firmada, legal, entre privados— sigue sin homologar, y el Gobierno hace lo que mejor sabe: mirar para otro lado mientras el salario se derrite como helado en la rambla.
¿Dónde está la tan mentada “libertad de mercado”? ¿Acaso negociar un salario digno también es “casta”?
Desde el Sindicato de Empleados de Comercio de Mar del Plata salieron con los tapones de punta: “El Ministerio tiene la obligación legal de homologar. No es un favor. No es opcional. Es la ley, hermano”.
Pero parece que la motosierra también viene con manual de cinismo: si el acuerdo beneficia a los trabajadores, se cajonea. Si beneficia a los empresarios amigos, se firma con moño y conferencia de prensa. Un gobierno que se llena la boca con “acuerdos libres” ahora actúa como patrón de estancia enojado porque el peón pidió un mango más.
Y ojo, que esto recién empieza. Los gremios ya no están para el té con masitas. La bronca se palpa en la calle y en los locales vacíos. “No vamos a mendigar lo que nos corresponde. Si no homologan, vamos al conflicto. Que se la banquen”, avisan.
Así que mientras Milei juega al Napoleón libertario en TikTok, en Mar del Plata el termómetro social marca rojo furioso. Y los mercantiles, lejos de comerse el verso, están por prender fuego la pasarela de Constitución. ¿La revolución del mercado? Bien, gracias. Los changos están vacíos, y la paciencia también.
