La Libertad Avanza sumó tres bancas en el Concejo Deliberante del Partido de La Costa. Pero lejos de ser oposición real, el bloque de Roxana Cavallini refuerza al oficialismo: más asesores, más presupuesto y más sueldos. La casta no se achica, se agranda.
Por Dante Villegas | Ensobrados.com.ar
Hace dos meses publicamos una investigación que desnudaba el verdadero rostro de la versión costera de La Libertad Avanza. Mostramos documentos oficiales, recibos de sueldo y vínculos políticos que contradecían el relato épico del “antisistema”. En lugar de dinamitar la casta, los libertarios locales parecían cómodos dentro de ella: cobraban del Estado, acumulaban asesores familiares y evitaban cualquier roce con el poder real, encarnado en el clan de Jesús.
Ayer, las urnas confirmaron que esa estrategia no era un error ni una exageración nuestra. Fue un plan. La lista encabezada por Roxana Cavallini se quedó con tres bancas nuevas en el Concejo Deliberante del Partido de La Costa, y con ellas amplía su capacidad de negociación, su presupuesto político y, claro, su ejército de asesores.
Los libertarios costeros hicieron campaña con el manual nacional: promesas de libertad, gritos contra la “casta” y la consigna de que “no hay plata” para mantener privilegios. Sin embargo, en paralelo, la misma Cavallini aparecía en 2018 y 2019 en la nómina municipal de la “Unidad Intendente”, cobrando un sueldo estatal bajo la gestión de Juan Pablo de Jesús. En criollo: era “opositora” mientras trabajaba en la cocina del oficialismo.
Lejos de ser un detalle menor, ese dato explica buena parte de lo que pasó después. El bloque libertario nunca fue un bloque opositor real. Nunca rechazó aumentos de tasas, nunca denunció los 85.000 millones de pesos en gastos municipales sin rendición y jamás impulsó una investigación seria sobre el desmanejo de recursos. En cambio, se limitó a jugar el papel de opositores decorativos, esos que hablan fuerte en redes pero a la hora de votar en el recinto levantan la mano en silencio cómplice.
Ahora, con tres concejales más, esa lógica no va a cambiar. Al contrario: se consolida. Lo que vimos hasta ahora fue apenas la fase de prueba. La alianza invisible entre el oficialismo de Juan de Jesús y los libertarios de Cavallini se fortalece. La jugada es tan vieja como efectiva: dividir al electorado opositor, fragmentar el voto bronca y garantizar que el poder de siempre conserve mayoría en el Concejo.
Para el vecino común, la ilusión de que “alguien nuevo” se planta en el Concejo puede durar lo que dura un titular en redes sociales. Pero los papeles y los antecedentes cuentan otra cosa: Cavallini no es outsider, es una reciclada del aparato. Fue concejal de Cotoco García, consejera escolar, funcionaria y nunca volvió a dar clases en su escuela evangelista desde que se prendió de la teta del Estado. Y ahora vuelve, con el logo violeta, a ocupar un lugar en la rosca.
Uno de los puntos que más ruido generó en los últimos meses fue la aparición de un grupo de asesores vinculados directamente a Cavallini y su entorno. Maridos, exmaridos, esposas de concejales, amigos y punteros que cobraban sueldos cercanos a los 400.000 pesos sin que quedaran claras sus funciones.
Con tres bancas nuevas, ese “Club de los 400.000” no solo no se desarma, sino que se multiplica. Cada banca trae consigo presupuesto extra, cupos para asesores y contratos que, en la práctica, se reparten como favores familiares. Y ahí es donde el discurso libertario se derrumba del todo: la casta no se combate, se hereda.
La pregunta que queda flotando es incómoda pero inevitable: ¿qué significa realmente el avance libertario en el Partido de La Costa? Para algunos, es un triunfo de la bronca contra la política tradicional. Para otros, la confirmación de que el sistema encontró otra manera de reproducirse.
La evidencia parece inclinarse por la segunda opción. Si los libertarios costeros fueran una oposición genuina, ya habrían puesto en agenda el gasto descontrolado del municipio, la falta de transparencia en licitaciones o la precariedad de servicios básicos en las localidades. Pero en lugar de eso, prefieren el silencio estratégico. Callan donde deberían gritar y gritan donde no molesta a nadie.
El saldo electoral es claro: La Libertad Avanza se aseguró tres bancas nuevas en el Concejo Deliberante. Pero lo que está en juego no es un cambio en el poder, sino un reacomodamiento dentro del mismo esquema. La supuesta fuerza antisistema se convierte en refuerzo del sistema.
En síntesis: la casta no perdió, se agrandó. Y ahora tiene un bloque violeta en el Concejo, con más recursos, más asesores y más capacidad para seguir jugando a dos puntas: opositores de discurso, oficialistas de acción.
Los libertarios en La Costa no vinieron a dinamitar nada. Vinieron a cobrar sueldos, acumular bancas y garantizar la continuidad de un poder que conocen demasiado bien, porque siempre formaron parte de él.