La low-cost creada para dinamitar Aerolíneas Argentinas desde adentro sigue cumpliendo su objetivo: precarizar el transporte aéreo. Cancelaciones sin aviso, falta de respuesta y usuarios varados. El “milagro privado” que prometía eficiencia, solo entrega frustración con logo amarillo.
Flybondi volvió a hacer lo que mejor le sale: defraudar a sus usuarios. Esta vez fue en plena sala de embarque, con los pasajeros listos para subir al avión. El vuelo fue cancelado sin explicación clara, sin opciones reales y con el cinismo de siempre: un voucher, una promesa, una disculpa de copy-paste.
La escena ya no sorprende. Flybondi es la expresión más pura de esa fantasía que repite que lo privado es más eficiente. Privatizan el servicio, pero socializan el desastre: usuarios que pierden días, plata, turnos y tiempo; mientras la empresa sigue operando con total impunidad.
No fue un error. No es una excepción. Es el modelo. Flybondi no nació para competir, nació para empujar a Aerolíneas al abismo. Para eso la bancaron con subsidios, favores y rutas hechas a medida. Y ahora que la bandera nacional está en terapia intensiva, Flybondi hace lo que vino a hacer: vender barato, cancelar fácil y no dar la cara.
¿Dónde está la revolución de los cielos? ¿Dónde está el “que se fundan los que no son eficientes”? Porque si esto es eficiencia, el caos tiene pasajes numerados.
Y mientras tanto, ni una palabra del Gobierno, que la usa como ejemplo de éxito. Ni de la oposición, que ya tuvo sus propios experimentos fallidos con aerolíneas fantasmas. Todos callados. Todos cómodos.
En ensobrados.com.ar no comemos el verso: privatizar no es modernizar, y ponerle amarillo a un desastre no lo convierte en progreso.