En el HCD de La Costa, la "nueva política" recicla las viejas mañas: concejalas que enchufan a sus hijas como asesoras. El apellido vale más que el CV.
Ah, La Costa. Ese remanso de paz donde la política, como las olas, siempre trae sorpresas. Y no precisamente las que uno desearía encontrar en la arena. Lo último en el Honorable Concejo Deliberante es un manual de estilo sobre cómo reciclar la “casta” con la pátina de la “nueva política”. Porque, seamos francos, ¿qué es más argentino que un cargo público para la prole?
El grito en el cielo lo pegaron desde La Libertad Avanza, esos puristas de la motosierra que, a veces, le dan al clavo. Las protagonistas de esta tierna historia familiar son las concejalas Evangelina Cordone y Mónica Correa, ambas de la prestigiosa (y ahora, al parecer, muy generosa con el ADN propio) Juntos por el Cambio. ¿El escándalo? Designaron a sus hijas, sí, a sus propias hijas, como asesoras legislativas. Un festival de endogamia que haría ruborizar hasta al más pintado caudillo de provincia.
Vamos a los datos que, como siempre, son más duros que la realidad:
El chiste se cuenta solo: días antes de esta joyita de la administración familiar, ambas concejalas se sacaban la foto sonrientes con Eugenia Talerico, la misma que se erige como bandera anticorrupción. Hablaban de “transparencia” con la cara de póker más grande de la historia, mientras el nepotismo florecía en sus propios despachos. Hay que tener pasta para eso.
La escena es digna de una comedia negra. Esos mismos que se llenan la boca hablando de “la casta”, de la necesidad de “transparentar” y de “terminar con los privilegios”, son los primeros en sentar a sus cachorros en la teta del Estado.
Si esto no es doble discurso, entonces la palabra “hipocresía” debería ser borrada del diccionario.
LLA La Costa: ¿Oposición de Cartón o Socios Encubiertos del Poder?
Desde el espacio libertario, que a veces tiene la virtud de señalar lo obvio, no se quedaron callados. Piden:
La frase lapidaria: “Los cargos públicos no son herencia familiar”. Elemental, mi querido Watson. Pero parece que algunos necesitan un recordatorio constante.
Lo que sigue es el manual de procedimiento habitual:
¿Corrupción o “un derecho” de los políticos? La pregunta es retórica, ¿no? En este país, el nepotismo es parte del folclore.