
Cuando creías que Pinamar ya no podía inventar nuevos tributos, llega la “Ecotasa” versión La Frontera. Un cobro para cruzar… de un municipio a otro. O mejor dicho: una tasa ecológica para financiar el humo político de siempre.
Porque sí, en la era de los tickets digitales, el municipio pinamarense ahora quiere poner una barrera en el límite con Costa Esmeralda. No para cuidar el ambiente, sino para cuidar la caja.
Según trascendió, la medida apunta a “reforzar el financiamiento de los servicios públicos”. Traducción: otro invento para sacar plata donde puedan antes del verano.
La idea sería cobrarle a los autos que entren por La Frontera, esa zona donde Pinamar termina y empieza el Partido de La Costa. Como si uno tuviera que pagar peaje por pasar de la góndola de lácteos a la de fiambres.
El argumento oficial suena noble: los servicios de emergencia pinamarenses atienden a muchos turistas que duermen en Costa Esmeralda pero se accidentan del lado pinamarense. Hasta ahí, todo bien. Pero entonces, ¿no deberían coordinar entre municipios en vez de pasarle la factura al visitante?
En el discurso, el intendente Martín Yeza (o quien quede de su equipo de clones administrativos) dice que la medida busca garantizar fondos para el hospital y el mantenimiento vial. Pero en los pasillos municipales se comenta otra cosa: la caja está flaca, y cualquier idea con la palabra “eco” vende bien.
Porque seamos honestos: nadie cree que la plata de la Ecotasa termine en bolsas verdes para reciclar. Más probable es que termine en bolsas negras, esas de residuos políticos que nunca se separan.
Y lo más curioso: quieren cobrarle a los de Costa Esmeralda, pero Costa Esmeralda no está en Pinamar. O sea, van a cobrarle a los vecinos de otro municipio por usar su propio límite. Un delirio geográfico digno de Showmatch Político.
La medida todavía no tiene monto ni modalidad. Pero ya tiene un enemigo natural: el sentido común.
Los turistas la ven como una traba más. Los vecinos, como un disparate. Y los comerciantes, como una posible catástrofe: si hay que pagar por entrar, el consumo se frena antes de llegar al parador.
Pero claro, en tiempos donde todo se vende con nombre marketinero, decirle “Ecotasa” suena mucho mejor que “peaje disfrazado”.
La ironía: los mismos que dejaron avanzar barrios cerrados sobre los médanos ahora quieren cobrar por “proteger el ambiente”. Ecología selectiva: contaminás gratis si sos amigo del poder.
Detrás de esta movida hay algo más profundo (y más turbio): la eterna pelea entre Pinamar y La Costa por el negocio turístico.
Si Pinamar logra instalar un “cobro por ingreso”, sentaría un precedente peligroso: la frontera administrativa convertida en frontera económica.
Hoy es La Frontera, mañana podría ser Cariló, Ostende o Valeria. Cada barrio con su propio peaje, cada médano con su ticket.
En redes, el tema explotó.
Entre memes de “aduana pinamarense” y chistes sobre “el pasaporte para ir a la playa”, muchos usuarios apuntaron a lo obvio: cuando no hay gestión, se inventan impuestos.
“Si quieren cuidar el ambiente, que empiecen por limpiar los basurales municipales”, escribió una vecina de Ostende.
Otro ironizó: “¿La Ecotasa incluye repelente para mosquitos o eso se cobra aparte?”.
Por ahora, el proyecto sigue “en estudio”. Pero todos sabemos cómo terminan estos experimentos: se aprueban en silencio, entre empanadas y ordenanzas exprés de diciembre.
Y cuando te querés dar cuenta, el verano arranca con control policial, cartel verde y una boleta nueva.
La política pinamarense, una vez más, confirma que el límite no está en La Frontera.
Está en la imaginación para seguir cobrando.
Dante Villegas, desde Pinamar, donde cada tasa nueva florece más rápido que los médanos protegidos.