Martina Ríos responde a los reclamos opositores: el Concejo Deliberante La Costa no está en acefalía, sino que funciona con reglas claras y tiempos políticos.
El Concejo Deliberante La Costa está en funcionamiento. A pesar de los reclamos opositores, no hay acefalía ni ruptura institucional. La periodista Martina Ríos analiza los hechos con precisión legal y señala que el problema no es de ausencia, sino de interpretación del reglamento interno y de los tiempos parlamentarios.
Por Martina Ríos – Ensobrados.com.ar
La nota de Dante Villegas sobre el supuesto “silencio institucional” del Concejo Deliberante del Partido de La Costa agita las aguas, pero es necesario bajar un poco el volumen y subir la precisión. Porque si vamos a denunciar acefalía, pactos o escribanías, hagámoslo con los papeles sobre la mesa. Y si hablamos de institucionalidad, también hay que entender cómo funciona.
Primero lo básico: el Concejo Deliberante no está en acefalía, ni técnica ni legalmente. Que no haya sesiones ordinarias visibles no significa que no haya funcionamiento. Las comisiones trabajan, los expedientes circulan y las áreas administrativas siguen operativas. Es cierto: hay un conflicto político. Pero no confundamos parálisis con tensión institucional. No es lo mismo la falta de acuerdos que un vacío de poder.
La concejal Evangelina Cordone, junto con otros ediles de Juntos y bloques aliados, presentó un pedido a la vicepresidenta del cuerpo, Elizabeth Ferrín (LLA), para que convoque a sesiones en medio de la inactividad formal del presidente Ezequiel Caruso. El texto es legítimo, y el reclamo también. Nadie niega que hace falta más debate público, más visibilidad y más institucionalidad. Pero presentar una nota no habilita automáticamente una sesión. Hay plazos, hay mecanismos, hay reglamento.
El artículo 15 del reglamento interno del HCD establece que ante la ausencia o imposibilidad del presidente, la convocatoria puede recaer en el vicepresidente. Pero eso requiere que la ausencia esté formalizada. ¿Caruso está de licencia? No. ¿Fue desplazado? Tampoco. ¿Hay voluntad política de correrse? Menos. Entonces, el planteo de Cordone es políticamente oportuno, pero jurídicamente flojo.
Y sí, es cierto que Ferrín tiene responsabilidad institucional. Pero no la obligación unilateral de usurpar la presidencia sin el consenso del cuerpo o sin una resolución previa. Si lo hiciera, los mismos que hoy piden acción podrían acusarla de abuso de poder.
Dante habla de “pactos oscuros” entre el oficialismo y La Libertad Avanza. Pongamos nombres: ese acuerdo no fue secreto. Fue público y quedó cristalizado cuando se votaron las autoridades del cuerpo. Se llama política. Y nos guste o no, así funciona cualquier cuerpo colegiado: con mayorías. Si la oposición quiere otra conducción, debe construirla. No alcanza con el hashtag #QueSesioneElHCD.
El oficialismo tiene su juego, LLA el suyo, y la oposición también. Lo que no puede pasar es que el malestar se convierta en una sobreactuación de ruptura institucional cada vez que no se gana una votación.
Es cierto que los vecinos quieren que se sesione. Pero también votaron a concejales que, en muchos casos, hoy están más ocupados en los videos de denuncia que en presentar proyectos. ¿Cuántas ordenanzas presentó Juntos en los últimos 6 meses? ¿Cuántos informes de gestión pidieron formalmente? La transparencia también se construye con trabajo legislativo, no solo con indignación en Facebook.
¿Se necesitan sesiones? Sí.
¿Hace falta abrir el juego institucional? También.
¿Está bien exigirlo? Por supuesto.
Pero presentar una carta no es una gesta democrática ni un acto de valentía. Es el paso 1 de un procedimiento largo, que debe resolverse dentro del marco legal.
En Ensobrados hablamos claro: la democracia no se salva con posteos, se defiende con normas y debate real. Lo que no se puede hacer es correr el arco cada vez que no te toca patear el penal.