Patricia Bullrich dejó Seguridad con discurso épico rumbo al Senado. ¿Candidatura soñada o despido elegante? Crítica filosa en Ensobrados.
Patricia Bullrich lo dijo con la solemnidad de quien se despide de un estadio después de perder por goleada: “Después de dar todo por la seguridad de los argentinos de bien… ha tocado el momento de una nueva batalla, y esta vez es en el Senado”. Traducción simultánea: “me echaron del ministerio, pero vamos a llamarlo candidatura”.
La ministra que construyó su marca política a los gritos de “¡Orden!” ahora pasa a venderse como senadora, como si cambiar de oficina fuese una continuidad épica. Lo curioso es que la renuncia suena menos a elección propia y más a despido con moño.
En el video, Bullrich aparece solemne, como si estuviera leyendo un parte de guerra. Habla de “argentinos de bien”, de “recuperar el orden” y de “una nueva batalla”. Nada nuevo bajo el sol: siempre la metáfora militar, siempre la épica de barricada.
Pero detrás de la puesta en escena, lo que se escucha es otra cosa: el sonido del portazo en el Ministerio de Seguridad. Porque nadie deja una silla caliente en un área clave, en plena crisis de delitos, por “vocación legislativa”.
El Senado, en este caso, no aparece como un premio, sino como un refugio: el clásico paso al costado disfrazado de paso adelante.
Bullrich vende su mudanza como un upgrade institucional. Pero la realidad es más parecida a esa promo de supermercado: “Lleve dos renuncias y pague una candidatura”.
La ministra deja un ministerio enredado en internas, estadísticas poco claras sobre el delito y una policía que no sabe si aplaudir o protestar. A cambio, se anota en la lista de los que creen que una banca en el Senado es un escudo contra el desgaste político.
El problema es que la jugada huele a improvisación: si el plan era fortalecer la seguridad, ¿por qué abandonarla a mitad de camino? Si la “libertad” necesita blindaje, ¿no era más lógico quedarse en el área donde se supone que se cuida?
La salida de Bullrich deja varios agujeros:
Vacío político en Seguridad: ¿quién se hará cargo de los operativos, las fuerzas y las estadísticas que ya venían golpeadas?
Mensaje contradictorio: pasar de hablar de “orden y ley” a “banca en el Senado” en un minuto debilita el relato de compromiso con la gestión.
Olor a internas: ¿cuánto influyó Milei en esta jugada? ¿Es realmente una “decisión personal” o un pase obligado para despejarle el camino a otro nombre en el gabinete?
En términos futboleros: Bullrich pidió el cambio en el minuto 30 del primer tiempo. Y nadie se lo cree.
La exministra (sí, porque su discurso ya suena a despedida) se quiere mostrar como heroína que pasa a un nuevo frente de batalla. Pero lo que transmite es lo contrario: el relato de una expulsión elegante.
Es la típica jugada de la política argentina: cuando no podés sostener el cargo, te inventás una candidatura. La tribuna lo aplaude, los medios lo disfrazan, y el votante queda mirando cómo la “guerra contra el delito” se transforma en campaña electoral.
El video parece pensado más para TikTok que para la historia institucional. Mensaje corto, frases rimbombantes, tono de arenga y cero autocrítica. Todo lo que le encanta a la maquinaria electoral.
En la práctica, Bullrich usa el mismo manual que los influencers de maquillaje: cuando un producto se agota, sacás una nueva línea y decís que siempre fue tu plan original.
La “nueva batalla” de Bullrich es una postal de cómo funciona la política local: nadie se va, todos se reciclan. Lo único que cambia es la silla.
Pero ojo: el marketing tiene patas cortas. Porque si la sociedad asocia su paso por Seguridad con números grises y conflictos abiertos, la candidatura puede transformarse en un boomerang.
El Senado puede ser refugio, pero también vitrina. Y ahí los discursos grandilocuentes no alcanzan: pesan los resultados.
Bullrich se presentó como candidata, pero el video huele más a telegrama de despido que a anuncio triunfal. El oficialismo lo venderá como “movimiento estratégico”. La oposición lo celebrará como “renuncia disfrazada”. Y la gente común seguirá mirando las estadísticas de delitos, que no se solucionan con spots de campaña.
En criollo: la ministra se bajó del patrullero para subirse a la lista, y el operativo político ya está en marcha.
Dante Villegas, desde el Senado anticipado, donde las renuncias se maquillan mejor que en las publicidades de cosméticos de YouTube.