En La Costa, el municipio vuelve a vender humo con otra “capacitación intensiva” para Tránsito. El secretario Adrián González habla de “orden y compromiso”, pero la calle sigue siendo un caos, y el director Luciano Graña repite el libreto del fracaso con frases de manual. El desorden vial ya no es casualidad: es gestión.
En La Costa, el tránsito es un caos. Pero en vez de controlarlo, el municipio lo convierte en seminario motivacional.
La Secretaría de Ordenamiento Urbano, a cargo de Adrián González, anunció con bombos, platillos y mate lavado una “capacitación intensiva” para inspectores de tránsito.
Sí, intensiva. Como si con un par de charlas pudieran arreglar años de descontrol, amiguismo y vista gorda.
González aparece en cada comunicado con la misma frase de manual: “fortalecer al equipo”, “mejorar la respuesta”, “respetar la normativa”.
Pero cuando salís a la calle, lo que se fortalece es la anarquía con chaleco municipal.
Inspectores que frenan motos solo si hay cámaras, camionetas oficiales estacionadas sobre las rampas y operativos que duran menos que una promesa en campaña.
Lo más irónico: el tipo que debería poner orden no puede ni ordenar un operativo sin filtraciones.
El caos es tan institucionalizado que los propios empleados ya lo llaman “tránsito libre al estilo La Costa”: cada uno hace lo que quiere, menos los que deberían hacer algo.
El municipio dice que el foco está en las motos con escapes modificados.
¡Qué valientes! Se animaron a enfrentar al gran enemigo de la seguridad vial: un caño de escape.
Mientras tanto, nadie controla los remises truchos, los colectivos con luces fundidas o los autos municipales sin seguro.
La “batalla del escape” es la excusa perfecta para no hablar de lo que realmente está roto: la gestión.
Porque si el problema fuera el ruido, la Secretaría de González sería la primera clausurada.
El comunicado repite la palabra “capacitación” como si fuera mágica.
Pero la realidad es que la mayoría de los inspectores sigue sin herramientas, sin respaldo y sin autoridad real.
Todo es para la foto: chalecos nuevos, banners con el logo municipal y discursos sobre “compromiso ciudadano”.
Capacitan para disimular el desorden.
Lo único que se intensifica es la hipocresía.
Mientras González se saca selfies con el director de Tránsito, la ruta 11 sigue siendo una ruleta rusa, y dentro de las localidades, las motos zigzaguean entre familias que caminan por calles sin veredas.
No hay controles nocturnos, no hay datos públicos sobre infracciones, y las multas se pierden en el limbo administrativo.
Pero claro, si el secretario tiene la “responsabilidad” de ordenar el espacio urbano, el resultado se explica solo: La Costa parece un simulacro de orden, escrito por un improvisado.
Y cuando el comunicado intenta cerrar con “seriedad”, aparece el Director de Tránsito, Luciano Graña, hablando del “compromiso del equipo” y de “profesionalizar la tarea diaria”.
Una frase perfecta… si no fuera dicha por quien no logra que los inspectores controlen ni el estacionamiento de su propia dependencia.
Entre el secretario que promete orden y el director que lo repite como loro, el municipio armó una dupla de manual: el teórico del caos y su practicante fiel.
González da el discurso; Graña aplaude.
Y los vecinos siguen esquivando motos, conos y excusas.
En La Costa, la gestión vial se volvió un sketch sin final feliz, donde cada “capacitación” es solo otro capítulo del show del descontrol.
Dante Villegas, desde La Costa,
donde los conos naranjas duran menos que la credibilidad de un parte de prensa municipal.